Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente,
en donde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. La transparencia los
hace transportar y divagar entre ambas vidas, convertirse en pájaros, volar. Mi
nombre es desconocido y lo será, quizás sólo decir que el ser amigo de los
caballos tiene sus ventajas, por ejemplo, la rapidez, audacia, la templanza,
digna del reflexivo mundo en que le gusta sumergirse, nadar y pensar qué harían
los humanos, que más bien parecen animales enjaulados de ellos mismos, que
protestan contra los demás, enjuician, cayendo en la propia contradicción del
verbo, del ente, incluso, del ser.
Recalcar y volver a lo que la realidad de estas palabras promueven ¡El odio frente al mundo!, expresado con cuotas de ternura, fáciles de adquirir en 36 cuotas diferidas. Expresado en las realidades aparentes que promueven. Expresado en eso tan infame que se le llama preocupación, cuando en realidad es una iglesia interna, que arde, en el que el sujeto promueve su salvación ególatra frente a la del otro ¡Qué importa el otro! si tengo algo que siempre vuelve, como un péndulo, con las mismas contradicciones que me hacen ser feliz, pensar en la carne y no en el ser ¿Sentimientos? Pamplinas, más vale ser un éxtasis, promovido por el vidrio sucio con apariencia de transparente, nuestras estúpida vida que no importa, con tal que mi mente piense en aquello que jamás volverá.
El azar, fiel complemento que pocos logran entender, descartar ¿por qué no hacerlo? El hombre en su plenitud, en su esencia. Privar, eso es lo que muchos hacen. El omnipotente nos enseñó vivir como Darwin, considerar sólo al estereotipo como factor predominante en la creación. Observo, el alma de niño jamás debería perderse entre nosotros, pero tarde o tempranos, los adultos nos conquistan y nos mueven en su mundo de odio e ira, que ni ellos saben por qué nace.
Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en dónde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. Donde la trigonometría cumple a la perfección el canon que buscan para suplir lo que falta, el miedo a morir, el miedo a nacer, el miedo a ser. ¿Quién nos enseñó a pensar? Parece que a los animales les gusta imponerse sin razón, o la razón es el drama de los animales que no logran comprehender, su grado de dificultad, al tener al alcance, incluso, el placer de masturbar ideas que no son.
El azar, nuevamente pone a sujetos a nuestro alcance ¿condicionan la naturaleza creada por nosotros, Dios imperfecto? La respuesta simple, pareciera que está en nuestra forma de desvestir, mostrar el terno que no tenemos, mostrar lo que realmente no somos.
Nada más quehacer en un simple hecho, en una simple acción, enajenar como el principito, la crónica de una muerte anunciada, que nunca fue anunciada, que nunca fue muerte, pero si no fue el renacer ni la muerte ¿qué fue? El hombre ha muerto por su necesidad de ser hombre, hombre, hombre verde de la copia de la poesía de Lorca, verde de la poesía de lo inanimado, verde que no es la clorofila digna de los seres que dan vida y nos oxidan, incluso, las ideas que expulsa la cópulas de ideas infames e infértiles.
Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en dónde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, dónde mueren por sacar el ventanal oxidado de penas. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, dónde nace su necesidad. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, sólo míralos y déjalos volar.
Recalcar y volver a lo que la realidad de estas palabras promueven ¡El odio frente al mundo!, expresado con cuotas de ternura, fáciles de adquirir en 36 cuotas diferidas. Expresado en las realidades aparentes que promueven. Expresado en eso tan infame que se le llama preocupación, cuando en realidad es una iglesia interna, que arde, en el que el sujeto promueve su salvación ególatra frente a la del otro ¡Qué importa el otro! si tengo algo que siempre vuelve, como un péndulo, con las mismas contradicciones que me hacen ser feliz, pensar en la carne y no en el ser ¿Sentimientos? Pamplinas, más vale ser un éxtasis, promovido por el vidrio sucio con apariencia de transparente, nuestras estúpida vida que no importa, con tal que mi mente piense en aquello que jamás volverá.
El azar, fiel complemento que pocos logran entender, descartar ¿por qué no hacerlo? El hombre en su plenitud, en su esencia. Privar, eso es lo que muchos hacen. El omnipotente nos enseñó vivir como Darwin, considerar sólo al estereotipo como factor predominante en la creación. Observo, el alma de niño jamás debería perderse entre nosotros, pero tarde o tempranos, los adultos nos conquistan y nos mueven en su mundo de odio e ira, que ni ellos saben por qué nace.
Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en dónde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. Donde la trigonometría cumple a la perfección el canon que buscan para suplir lo que falta, el miedo a morir, el miedo a nacer, el miedo a ser. ¿Quién nos enseñó a pensar? Parece que a los animales les gusta imponerse sin razón, o la razón es el drama de los animales que no logran comprehender, su grado de dificultad, al tener al alcance, incluso, el placer de masturbar ideas que no son.
El azar, nuevamente pone a sujetos a nuestro alcance ¿condicionan la naturaleza creada por nosotros, Dios imperfecto? La respuesta simple, pareciera que está en nuestra forma de desvestir, mostrar el terno que no tenemos, mostrar lo que realmente no somos.
Nada más quehacer en un simple hecho, en una simple acción, enajenar como el principito, la crónica de una muerte anunciada, que nunca fue anunciada, que nunca fue muerte, pero si no fue el renacer ni la muerte ¿qué fue? El hombre ha muerto por su necesidad de ser hombre, hombre, hombre verde de la copia de la poesía de Lorca, verde de la poesía de lo inanimado, verde que no es la clorofila digna de los seres que dan vida y nos oxidan, incluso, las ideas que expulsa la cópulas de ideas infames e infértiles.
Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en dónde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, dónde mueren por sacar el ventanal oxidado de penas. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, dónde nace su necesidad. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, sólo míralos y déjalos volar.