miércoles, 14 de septiembre de 2011

Las cuerdas que alguna vez toqué


Una punzada en una ligera cuerda, delgada de espesor, envolvente en su sonido. Quien fuera digno de alguna vez hablar contigo, tocando aquellos espacios vacios y llenar aquella caja con vuestros sonidos. Míranos ahora, años, décadas, siglos, milenios, millares y días sin decir un hola, pero con mil afectos. Ha pasado un año, un año sin darme cuenta de que fueron como millares y días, que fueron lo que alguna vez soñé realizar, pero que aún no están conclusos. Como no nos dimos cuenta de aquellas risas, de aquellas lágrimas, de aquellas cosas, sin saber que jamás volveremos a tenerlo tan terrenalmente. Cuando fue la última vez que hablamos para luego quizás, no poder hablar más, siendo el único lugar los recuerdo fecundos en un cerebro llamado rojo y en un corazón llamado plomo, cuando no volvimos a respirar juntos impávidos, cuándo nos mataron esto. Mirar hacia atrás y poder decir ´´gracias por todo a todos``, decir ´´los quiero aun que ustedes no lo quieran``, decir ´´aun que no te guste, si te quiero me preocuparé``. Donde nos empezó todo, lo hiso acabar y transformar, una metamorfosis que nadie quería, o que quizás solo él quería. Quienes quieran y crean vivirán, quienes y crean morir morirán. Termino la punzada en aquella ligera cuerda, y saco mis dedos de ese vacío espacio entre puente y puente y lleno tu vida con mi vida, y mi vida con todo lo que vuestra mente y corazón quiere y no desea.
Otra cuerda para punzar, otra historia que completa nuestra partitura, aquella que siempre quedará inconclusa.

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