jueves, 12 de diciembre de 2013

Imaginar



Me imagino en esta áspera atmósfera desértica un hombre que viene y me pregunta si quiero agua, un espejismo banal, pero que sirve para alentar. Un tipo de menuda estatura, me pregunta al frente de mi casa de sector mediterráneo qué sucede realmente con el agua y mi respuesta inoportuna y afortunada yace desde un ''en tu cabeza''. ¿Por qué el mundo gira entorno a los otros y no de nosotros a los otros? Explicación, pizarrón, destrucción, la manía del hombre darwiniano de sobrevivir a costa de qué ¿Fama, alegría? nada, de obtener lo banal y no arriesgar aquello que se debía. La espada nos habla de la nobleza, pero no es más que un componente relativo entre Dios y el Diablo, y la pared, un apoyo pero que sigue siendo relativo entre Dios y el Diablo ¿entonces qué? Dormir no es la solución, beber lo problemas pero no ahogarlos, el tiempo corre y nos corroe más que cualquier vida media de oxígeno y hemoglobina. Si el amor estuviera prohibido entre los seres, independiente de la condición sexual ¿por qué se busca pintar la pared ajena y afilar aquel cuchillo que no poseen? Lloro desde la ventana al balcón, miro hacia bajo, un escape digno de un final feliz, atrás, un rompecabezas. Por más que el sujeto se esmera por armar el Pluto-rompecabezas, aquellos que se podían armar de mil formas, todo encaja en una sola línea. Quien lo acompaña, gira el cuadro a armar, él lo rompe, reaparece, el caos principio del orden, vuelve, reaparece, no es lo mismo, pero el contenido no varía ni con cada experiencia. El mismo rompecabezas entregas pistas cruciales al acertijo del cadáver hallado por los mismos seres mortales, aquellas aves inertes en pequeños cuerpos de humanos pecaminosos. Si tanto saben el secreto de aquella vida eterna que anhelan atesorar en el más recóndito lugar, sin que sea de nadie más, sin compartir, arriesgar al paso de complementar las ganancias de aquellas que hablaba Marx, sin duda conquistarían un mundo, mejor aún que el del Principito. Hostigosos zares, payasos dignos de la estática de la seriedad mortal, Propietarios inertes, que protegen más su ego por sobre un pétalo que lucha por ser flor, pero que la experiencia no han dado más que creer estancar, cuando puede volar, crecer, reír, llorar, hacer todas esas cosas que los pétalos hacen cuando se convierten en flor y luego en personas no humanas, porque si de humanos hablamos, hablaríamos de destrucción. Persona como significado intrínseco de gusto y plenitud, no desde el punto perfeccionista. Sigo imaginando aquel desierto, aquella agua que tanto anhelaba José, y que aún espero en acción del verbo y los pensamientos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Es necesario dejar de soñar?



Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en donde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. La transparencia los hace transportar y divagar entre ambas vidas, convertirse en pájaros, volar. Mi nombre es desconocido y lo será, quizás sólo decir que el ser amigo de los caballos tiene sus ventajas, por ejemplo, la rapidez, audacia, la templanza, digna del reflexivo mundo en que le gusta sumergirse, nadar y pensar qué harían los humanos, que más bien parecen animales enjaulados de ellos mismos, que protestan contra los demás, enjuician, cayendo en la propia contradicción del verbo, del ente, incluso, del ser.

Recalcar y volver a lo que la realidad de estas palabras promueven ¡El odio frente al mundo!, expresado con cuotas de ternura, fáciles de adquirir en 36 cuotas diferidas. Expresado en las realidades aparentes que promueven. Expresado en eso tan infame que se le llama preocupación, cuando en realidad es una iglesia interna, que arde, en el que el sujeto promueve su salvación ególatra frente a la del otro ¡Qué importa el otro! si tengo algo que siempre vuelve, como un péndulo, con las mismas contradicciones que me hacen ser feliz, pensar en la carne y no en el ser ¿Sentimientos? Pamplinas, más vale ser un éxtasis, promovido por el vidrio sucio con apariencia de transparente, nuestras estúpida vida que no importa, con tal que mi mente piense en aquello que jamás volverá.

El azar, fiel complemento que pocos logran entender, descartar ¿por qué no hacerlo? El hombre en su plenitud, en su esencia. Privar, eso es lo que muchos hacen. El omnipotente nos enseñó vivir como Darwin, considerar sólo al estereotipo como factor predominante en la creación. Observo, el alma de niño jamás debería perderse entre nosotros, pero tarde o tempranos, los adultos nos conquistan y nos mueven en su mundo de odio e ira, que ni ellos saben por qué nace.

Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en dónde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. Donde la trigonometría cumple a la perfección el canon que buscan para suplir lo que falta, el miedo a morir, el miedo a nacer, el miedo a ser. ¿Quién nos enseñó a pensar? Parece que a los animales les gusta imponerse sin razón, o la razón es el drama de los animales que no logran comprehender, su grado de dificultad, al tener al alcance, incluso, el placer de masturbar ideas que no son.

El azar, nuevamente pone a sujetos a nuestro alcance ¿condicionan la naturaleza creada por nosotros, Dios imperfecto? La respuesta simple, pareciera que está en nuestra forma de desvestir, mostrar el terno que no tenemos, mostrar lo que realmente no somos.

Nada más quehacer en un simple hecho, en una simple acción, enajenar como el principito, la crónica de una muerte anunciada, que nunca fue anunciada, que nunca fue muerte, pero si no fue el renacer ni la muerte ¿qué fue? El hombre ha muerto por su necesidad de ser hombre, hombre, hombre verde de la copia de la poesía de Lorca, verde de la poesía de lo inanimado, verde que no es la clorofila digna de los seres que dan vida y nos oxidan, incluso, las ideas que expulsa la cópulas de ideas infames e infértiles.

Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, en dónde sus vidas recorren un pequeño e inane vidrio. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, dónde mueren por sacar el ventanal oxidado de penas. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, dónde nace su necesidad. Miraos dos tipos en la puerta de un ventanal, transparente, sólo míralos y déjalos volar.
 

sábado, 7 de septiembre de 2013

El por qué del mismo por qué

El por qué de los por qué

Aún la noche es fría, llena de suspiros no combustionados de deseos inconclusos. Miro de reojo mi cama, al abrirlos, me veo caminar por la calle de los pensares más abstractos, donde dos saltos con forma de cuerpo ponen mi cabeza en la realidad. Siddhartha quedaría pequeño al lado de la primera figura, el deseo más parece una melancolía del complemento en el desarrollo de algún equipo que de la propia figura del amor puro que Fromm alguna vez quiso ideal. La segunda, quizás consecuencia del primero, mas es consecuencia de nosotros mismos. ¿Quién pensaría que vosotros otra vez preocupara más una figura de igual duoplía de X? El pseudo-siddartha sigue su camino de fiel espíritu, con la necesidad de verlo, pero jamás hablar. La duoplía de X, cala más hondo en la mediad que aquel personaje se aleja, y en consecuencia, Fromm susurra al oído con su separatidad, alude a las consecuencias necesarias, a qué deseamos, y la respuesta es tan simple de pensarla, pero tan difícil de actuarla. He pecado en actuar, he pecado en decir la verdad en el momento oportuno, he pecado en que lo implícito ha llevado a que ambos caigan en un juego, en donde el lugar con más piel gana, por sobre el lugar con más interés afectivo-efectivo. Corro, miro mi cuero, el laberinto siempre son dos caminos, la izquierda manda, quién sabe por qué. Vuelvo a mirar aquel monstruo verde que cree dormir, pero temporalmente muerto está. Vuelve, despierto, su realidad a muerto, ha muerto Dios, ha muerto todo, los árboles cambiaron de hojas, los lápices se secaron de tanto esperar la respuesta, todo acabó en un visto, todo, hasta la vida en que él era. Él ha muerto para jamás volver. Él ha muerto y nada más queda por hacer. Él ha muerto, ambos tres lamentan el quehacer.